OceanGate, la empresa que gestionaba el sumergible turístico que implosionó durante una inmersión para visitar los restos del Titanic, ha suspendido todas las operaciones de exploración y comerciales, mostró el jueves su página web.
El ‘Titán’, un pequeño sumergible de unos 6,5 metros de eslora, se sumergió el 18 de junio para observar los restos del naufragio y debía volver a la superficie siete horas después, pero, cuando aún no habían transcurrido dos horas, se perdió el contacto con la nave.
La intensa operación de rescate que se puso en marcha para la búsqueda de los pasajeros no dio frutos. Los equipos descubrieron que la nave había implosionado poco después de sumergirse, lo que causó la muerte en el acto de los cinco ocupantes, entre quienes se hallaba el jefe de OceanGate, Stockton Rush.
La empresa no facilitó más detalles. Las autoridades estadounidenses y canadienses investigan la causa de la implosión submarina de junio, en la que murieron las cinco personas que iban a bordo.
Por ahora, luego del incidente, se ha pronunciado el cofundador de OceanGate Expeditions, Guillermo Söhnlein, quien señaló que la compañía y su CEO sí se preocupaban por la seguridad.
En cuanto se supo que se había perdido el contacto con el sumergible, las críticas se centraron en OceanGate, sospechosa de negligencia.
En documentos judiciales de 2018, un exdirectivo de la compañía, David Lochridge, afirma que lo despidieron porque había dudado de la seguridad del sumergible. Según Lochridge, el ojo de buey de la nave no estaba concebido para soportar la presión a 4.000 metros de profundidad, lo que ponía en riesgo a los pasajeros.
William Kohnen, ingeniero a la cabeza de un comité estadounidense sobre sumergibles tripulados, declaró a la BBC que su grupo había expresado preocupación por las condiciones de seguridad del “Titán”. A finales de junio, el cofundador de OceanGate, Guillermo Söhnlein, declaró que la seguridad era un “elemento clave” de la empresa.