Desde compartir pagos con amigos, a llamar un taxi o pedir un divorcio, la plataforma centraliza casi todas las actividades cotidianas, lo que la convierte en la herramienta de recopilación de datos más voraz
A muchos nos cuesta recordar cómo era la vida sin teléfonos inteligentes. Pero en China es imposible imaginarla sin una aplicación en concreto, WeChat. No hay nada más cotidiano en la potencia asiática que esta superapp, que se utiliza para absolutamente todo en el día a día. En China, cuando conoces a alguien, no te pide tu tarjeta de visita, tu cuenta de Instagram o tu número de teléfono; te pide tu WeChat. Cuando vas a pagar en un establecimiento, no te preguntan “¿en efectivo o con tarjeta?”; el consumidor automáticamente desbloquea su móvil y muestra el código QR generado en la aplicación. Acciones tan mundanas como quedar con amigos, pedir comida a domicilio, pagar las facturas o el alquiler, coger un taxi, comprar entradas de cine o billetes de tren se realizan a través de WeChat. Pero también se puede reservar una cita en el médico, e incluso solicitar un préstamo o un divorcio. Para muchos chinos, WeChat es Internet.
La plataforma desarrollada por el gigante tecnológico chino Tencent es indispensable desde que se pone el pie en el país ―sigue siendo necesario mostrar un código sanitario generado en la app para pasar a inmigración―y la que ha inspirado a Elon Musk para transformar Twitter, recientemente renombrada X, en una aplicación que integre funcionalidades de información, comunicación, pagos y servicios. En sus propias palabras, en una “app para todo”. Y WeChat es el mejor ejemplo de este tipo de plataformas, que no existen en Estados Unidos o Europa, pero sí son comunes en Asia. Una herramienta que cuenta con más de 1.000 millones de usuarios mensuales activos solamente dentro de China.